Es muy probable que las baterías de estado sólido lleguen muy pronto al mercado. Es una tecnología que no es nueva, pero que no está extendida en el sector de la automoción y que promete ofrecer mayor eficiencia, potencia y autonomía. Ahora parece que un fabricante, en este caso Toyota, las lanzará finalmente en 2020.
La pregunta es, ¿si ya existía desde hace tiempo la tecnología, por qué no se ha implementado todavía?
Lo cierto es que no son nada fáciles de fabricar. Son más costosas, la seguridad de su diseño suele causar demoras en su producción y sus materiales de construcción tampoco facilitan la tarea. Además, la forma en la que se producen estas baterías también dificulta que se comercialicen adecuadamente.
Numerosas ventajas
No obstante, las ventajas de estas baterías son muchas. Para empezar, tienen un mayor potencial para almacenar energía con una mayor seguridad. En general, ofrecen una mejor autonomía disminuyendo el volumen (lo que aumentará la eficacia del espacio aprovechado en los coches) y mejorará el peso de los conjuntos de baterías.
Esta mejora en la ligereza tendrá muchos beneficios, ya que permitirá fabricar coches eléctricos mucho más pequeños, haciendo que sean viables modelos ‘low cost’ que hoy día son inviables.